
La leyenda de El Dorado: el oro de los indígenas de Sudamérica
¡Hablamos de tesoros cuya búsqueda continúa desde hace más de 500 años!
En los siglos XVI y XVII, los conquistadores españoles buscaban oro en Sudamérica y soñaban con hacerse inmensamente ricos. Según una de las versiones, El Dorado no era un lugar, sino el «Hombre Dorado»: el líder supremo de una antigua tribu indígena que habitaba en las montañas de Colombia.
En nuestro primer artículo de esta serie, hablamos sobre los mitos y leyendas más antiguos sobre el metal precioso.
Hoy conocerá la leyenda de El Dorado, que ha cautivado la imaginación de los buscadores de tesoros durante 500 años.
En busca del oro indígena
En 1536, el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada emprendió una expedición en busca de los tesoros de oro de los pueblos indígenas. Los españoles buscaban oro durante muchos meses sin éxito. Jiménez de Quesada ya estaba a punto de regresar, pero de repente su grupo llegó a un fértil valle donde se encontraban varias aldeas ricas. Sobre la puerta de cada casa colgaba un adorno hecho de láminas de oro que tintineaban con el viento.
En la imagen: Gonzalo Jiménez de Quesada — conquistador, navegante, historiador y escritor español.
Los indígenas tomaron a los hombres de piel clara por mensajeros de los dioses y los obsequiaron generosamente con oro. Los miembros de la antigua tribu desconocían el verdadero valor del metal precioso. Apreciaban el oro por su color y fusibilidad, y con él fabricaban adornos, utensilios y objetos de uso cotidiano.
Las valiosas ofrendas no fueron suficientes para satisfacer al codicioso conquistador.
Su ambición iba más allá: quería apoderarse de todo el oro que poseían los pueblos originarios. Con el uso de armas de fuego, Jiménez de Quesada logró someter toda la región.
Un anciano indígena le reveló el secreto del «Hombre Dorado» de El Dorado y los tesoros de Guatavita — la laguna sagrada de los indígenas. Las riquezas ocultas en las aguas de la laguna se convirtieron en objeto de deseo de todos los conquistadores. Los españoles querían apoderarse de los tesoros indígenas e invadieron sus tierras en repetidas ocasiones. La fiebre del oro continuó en esas tierras durante dos siglos.
La leyenda del «Hombre Dorado»
La leyenda del «Hombre Dorado», gobernante de un afortunado y rico país de indígenas, está difundida en diversas regiones de Sudamérica.
La leyenda se basa en los rituales de una antigua tribu que habitó los Andes del noroeste entre los siglos XII y XVI. Ellos adoraban a las fuerzas de la naturaleza y veneraban especialmente al elemento agua.
El principal ritual solemne de los indígenas estaba relacionado con la elección del líder de la tribu. Al futuro gobernante lo llevaban con honor a la laguna sagrada de Guatavita. Su cuerpo era cubierto con una resina pegajosa y de la cabeza a los pies se le espolvoreaba con polvo de oro. El gobernante recién elegido se convertía en el «Hombre Dorado».
El resplandeciente señor subía a una balsa de juncos, cargada abundantemente de oro y esmeraldas. Cuatro sacerdotes conducían la balsa hacia el centro de la laguna. El nuevo gobernante ofrecía regalos preciosos a las deidades del agua, arrojando a las aguas gemas y adornos de oro.
En la foto: joyas de oro hechas por los antiguos indígenas de Colombia.
Se cree que todo el fondo de la laguna de Guatavita está cubierto de tesoros de oro. Hasta ahora, todavía hay valientes que desean recuperarlos del fondo de esta laguna profunda.
El coste de los tesoros
La leyenda de El Dorado llamó la atención del geógrafo y viajero alemán Alexander von Humboldt. A principios del siglo XIX, él visitó Colombia durante una expedición de investigación. El interés del científico en los tesoros era puramente académico.
Humboldt sugirió que, en el transcurso de cien años, 100 000 personas participaron en el ritual de consagración como sacerdotes de una tribu indígena. Si cada una de ellas arrojaba a la laguna de Guatavita al menos cinco artículos de metal precioso de color amarillo, sus aguas esconderían oro por un valor de 300 millones dólares.
El oro inalcanzable
Quienes deseaban enriquecerse intentaron en numerosas ocasiones extraer los tesoros ocultos en el fondo de la profunda laguna.
En 1965, el Gobierno de Colombia, en cuyo territorio se encuentra la laguna de Guatavita, la declaró patrimonio nacional e histórico. Las autoridades, temiendo por la ecología de la región, prohibieron perturbar las aguas de la laguna de la montaña. La reserva cultural quedó bajo la custodia del Estado. Extraer el legendario oro del fondo de la laguna ya no es posible.
En la foto: la laguna de la montaña de Guatavita situada a 3100 metros de altitud, cerca de Bogotá, Colombia.
Dicen que los turistas aún encuentran pequeños objetos de oro en la orilla de la laguna sagrada de los indígenas.
La leyenda de El Dorado sigue despertando la imaginación de viajeros y buscadores de aventuras. Sin embargo, esta es solo una de las muchas historias rodeadas de misterio relacionadas con este metal amarillo.
La historia conoce otros relatos apasionantes, como el de los galeones españoles cargados de oro sudamericano que se hundieron en el océano Atlántico.
Descubra el dramático destino de estos tesoros sumergidos en el artículo : «El oro español: 300 años en el fondo del mar».